Volvemos a caminar por un sendero peligroso. La forma de vencer a un grupo de chavales que descenderán a Segunda B no me gustó, al igual que sí me convencieron los partidos ante el Recreativo y el Murcia. El análisis del choque de ayer, en mi artículo publicado en Diario de Almería:
El postrero tanto de Soriano no debe esconder las carencias
de un equipo que tras el enfrentamiento ante el Lugo va a testar sus
posibilidades reales. Así lo reconoció Javi Gracia después de esbozar una
sonrisa al término del choque. No era para menos, porque ayer nos enfrentamos a
un rival que fue una madre en defensa y que se reveló como una banda de jóvenes
jugadores con el marchamo de entidad poderosa. Aun así, nos embotellaron
durante gran parte de la segunda mitad. Que lo provocara el pasado jueves un
señor equipo como el Celta tiene su explicación, pero lo que hiciera el Racing
preocupa si tenemos en cuenta el calendario que se nos viene encima. Eso sí, lo
del trencilla fue de chiste. La señalización de los dos penaltis, con tarjetas
amarillas incluidas, denota que el manchego Arcediano Monescillo no interpreta
correctamente el fútbol porque es probable que ni siquiera tuviera la noble
vocación de arbitrar, sino que sería el más torpe de la clase y lo pusieron a
pitar. Igual lo más redondo que ha visto son molinos de viento. Pero volviendo
a lo nuestro, habría que incidir en un aspecto clave que trajo bajo el brazo
Javi Gracia y que se perdió por el camino tiempo ha: la posesión del esférico.
El demandado Casquero ya juega, pero desde mi punto de vista se abusa en las
alineaciones de estiletes frente a otra forma de concebir el fútbol de ataque
como nos enseña el Barça, que coloca sobre el tapete a más centrocampistas que
delanteros. Si no, los partidos se convierten en un correcalles. Y gracias a
que nuestro conjunto tiene dinamita, porque aparte de Charles está Ulloa, que
se inventó la jugada del triunfo de la nada. Al hilo del argentino, cuidado con
su suplencia y cómo se gestiona, porque a buen seguro que nos hará falta en los
momentos decisivos.
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