Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería
Justa victoria de un equipo marrullero. Alguien puede argumentar que
nuestro conjunto hizo lo mismo frente al Getafe en los últimos minutos,
pero no fue así. Se puede perder tiempo con arte, con astucia, pero no
con puro y ridículo teatro. Dicho esto, grabado está mi comentario
durante la retransmisión para la Cadena Cope, sobre el minuto 15
de la primera mitad. Indiqué que con la mentalidad que se estaba
afrontando el choque, mal nos irían las cosas. Por desgracia se cumplió
mi vaticinio. No se puede encarar un encuentro tan importante ante un
rival directo como lo hizo Francisco. Un partido que marcaba un antes y
un después, pese a todas las jornadas que restan. Con la victoria se
vislumbraba el horizonte de la permanencia, con el empate se continuaba
en la lucha con firmeza y con la derrota entraríamos de lleno otra vez
en una peligrosa espiral. Los rojiblancos, con el engañoso colchón
obtenido ante el Getafe, salieron a verlas venir, a contener con la
esperanza de sacar oro de una contra aislada. No, así no. Ni estábamos
en mitad de la tabla cómodamente situados, ni el rival era el adecuado
para contemporizar de esa manera. Todos los rechazos, todos los balones
divididos eran para los ilicitanos. De milagro nos fuimos al descanso
con empate, gracias a la fortuna y al paupérrimo nivel existente en la
actual primera división. Lo peor es que Francisco vio otro partido bien
diferente, a tenor de sus declaraciones. La falta de contundencia, a
pesar de una mejor actitud en la segunda mitad, nos sentenció. Antes del
gol, ya pudo rematar a placer un adversario desde la misma posición.
Quizá era un partido para morder, como si de una final se tratara, para
que Hans en vez de Tébar hubiese sido de la partida inicial en la
parcela central. Aun así se pudo empatar si no es por el error de
Soriano, al no rematar un balón de los que siempre hay chutar por si el
colegiado o un contrario te habilita, como sucedió. Actitud, nervio,
garra, anticipación y ambición es lo que se debe ofrecer para suplir
nuestras carencias. Si no, mal camino llevamos.
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