lunes, 20 de julio de 2015

Lo nunca visto en Almería

Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería

Del acto del pasado martes en el Teatro Cervantes, ideado para presentar las nuevas equipaciones de la UDA, se pueden extraer varias lecturas positivas. La interpretación más trascendente es la creación de un sentimiento rojiblanco en forma de poso, ya instalado en el ADN de numerosos seguidores. Digamos que la casa rojiblanca ya tiene los cimientos bien enclavados en el sentir de una respetable masa de acérrimos. Sabemos que los almerienses solemos vivir de euforias, cuando se llega al cenit todos nos apuntamos al momento glorioso; por ello confirmo con firmeza las primeras frases de este escrito, porque dicho evento se celebró tras el segundo descenso de categoría en nuestra reciente historia. Ese detalle fue para mí, el más significativo de la noche. Si todo hubiese acontecido a lomos de un gran ascenso, la positiva conclusión habría estado supeditada a futuros momentos de bajón. El club se va acercando al corazón de la ciudad, una vieja aspiración machacada por este perenne articulista (solo queda la venta de abonos) y de paso reacciona con acierto demostrando que está vivo después de un paso atrás, a la vez que comprueba cómo el seguidor ya no esgrime aquella coletilla que huele a rancia, heredada de los años de plomo: "como se descienda, desaparece el club". El acto en sí estuvo entretenido, a expensas de limar ciertos detalles y de conceder algún segundo al filial. El presidente estuvo cercano, sin chaqueta y corbata, e ilusionado con el retorno a Primera. Mucho cuidado, la Segunda es traicionera y el equipo, a simple vista, necesita retoques importantes, aunque ya habrá tiempo de desmenuzar la pretemporada. Las equipaciones, bien presentadas, han ganado con respecto a otras temporadas, destacando para mi gusto la segunda con la franja vertical. Los anhelados cimientos ya están colocados.

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