Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería
Del acto del pasado martes en el Teatro Cervantes, ideado para presentar
las nuevas equipaciones de la UDA, se pueden extraer varias lecturas
positivas. La interpretación más trascendente es la creación de un
sentimiento rojiblanco en forma de poso, ya instalado en el ADN de
numerosos seguidores. Digamos que la casa rojiblanca ya tiene los
cimientos bien enclavados en el sentir de una respetable masa de
acérrimos. Sabemos que los almerienses solemos vivir de euforias, cuando
se llega al cenit todos nos apuntamos al momento glorioso; por ello
confirmo con firmeza las primeras frases de este escrito, porque dicho
evento se celebró tras el segundo descenso de categoría en nuestra
reciente historia. Ese detalle fue para mí, el más significativo de la
noche. Si todo hubiese acontecido a lomos de un gran ascenso, la
positiva conclusión habría estado supeditada a futuros momentos de
bajón. El club se va acercando al corazón de la ciudad, una vieja
aspiración machacada por este perenne articulista (solo queda la venta
de abonos) y de paso reacciona con acierto demostrando que está vivo
después de un paso atrás, a la vez que comprueba cómo el seguidor ya no
esgrime aquella coletilla que huele a rancia, heredada de los años de
plomo: "como se descienda, desaparece el club". El acto en sí estuvo
entretenido, a expensas de limar ciertos detalles y de conceder algún
segundo al filial. El presidente estuvo cercano, sin chaqueta y corbata,
e ilusionado con el retorno a Primera. Mucho cuidado, la Segunda es
traicionera y el equipo, a simple vista, necesita retoques importantes,
aunque ya habrá tiempo de desmenuzar la pretemporada. Las equipaciones,
bien presentadas, han ganado con respecto a otras temporadas, destacando
para mi gusto la segunda con la franja vertical. Los anhelados
cimientos ya están colocados.
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