Mi nueva Acta, publicada en Diario de Almería
Los rivales parecen conjuntos de Champions, ordenados, con calidad en la
medular y criterio para atacar. El Almería necesita un cambio total,
como si le diéramos la vuelta a un calcetín
En la vida hay que extraer lo positivo de cada situación, por mala que
ésta sea. El hecho de no caer derrotados, sumando por primera vez como
visitantes, puede convertirse en un prometedor punto de partida tras
tocar fondo ante el Tenerife. Pero quien solo pretenda contabilizar lo
más destacado del choque en pos de despegar, obviando las grandes
lagunas que ha demostrado el equipo capitaneado por Miguel Rivera, se
equivoca por completo. Hay algo que llama la atención jornada tras
jornada: los rivales parecen conjuntos de Champions, ordenados, con
calidad en su centro del campo y criterio a la hora de atacar. ¿A qué
puede ser debido? ¿A que el nivel de la Segunda División es elevado en
la presente campaña, o a que la UDA concede todo tipo de facilidades? El
resultado del Albacete en esta misma jornada nos puede dar una pequeña
pista. Aquel equipo que nos pasó por encima provisto de calidad,
sucumbió en su estadio por goleada. El Girona, que todavía no pudo
vencer en su estadio, no lo hizo ayer por muy poco, porque a fuerza de
ser sinceros, a los puntos lo mereció. Desde mi punto de vista, el
equipo que nos concierne, el que se libró de ser farolillo rojo durante
toda esta semana con la carga psicológica que hubiese conllevado,
necesita un cambio total, como si le diéramos la vuelta a un calcetín. A
la hora de atacar se cambian los roles. Son los defensas los que más
pases intentan dar y los que mayor tiempo de posesión disfrutan, dato
este muy preocupante. Me recuerda al dream team de Cruyff, cuando
los contrarios dejaban llevar el peso del ataque a Sergi y Ferrer.
Sabían que el plano ofensivo del poderoso Barça quedaba minimizado. A
pequeña escala, nos ocurre algo similar. Además, el esquema que Rivera
dispuso en la parcela central, así como su distribución, posibilitó que
un adversario más de esta humilde competición pareciera la selección de
Brasil del 70. Una pena, porque a los delanteros se les intuye cierto
talento. Chuli nos dice algo cada vez que recibe un esférico, aunque sea
en malas condiciones, y a Quique no se le puede pedir más. Estuvo
colosal en Montilivi. Robó balones, ayudó a los centrocampistas y encaró
en ataque. Con este proceder en el plano ofensivo, y con Reyes, Pozo e
Iván Sánchez inexplicablemente en el banquillo, el ataque rojiblanco se
vuelve más tierno que un osito de peluche. Lo peor es que a la hora de
defender, desde donde los conjuntos suelen adquirir la confianza,
tampoco se vislumbra orden ni concierto; tan solo se estuvo a expensas
de la zaga, que ayer sí anduvo más expeditiva. Duele decirlo, pero el
experimento de Rivera con Puertas y José Ángel casi nos cuesta el
farolillo rojo. Ambos excanteranos están para complementar, no para
liderar junto a un insulso Montoro. Creo que urge encontrar un técnico
que pueda estructurar a este conjunto y, sobre todo, lograr que cada
jugador muestre sus virtudes y esconda sus defectos. Ahí está la clave
del triunfo. En cualquier caso, vamos a pensar que se ha sembrado una
semilla que, allá por junio, debería germinar.
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