Mi nueva Acta, publicada en Diario de Almería
Qué pérdida de tiempo. Se pudo comprobar a las claras que el camino
correcto es el elegido e iniciado en Anduva. Competir con visos de
superioridad ante un conjunto que encarna toda la malicia de la Segunda A
y parte de la B, en su caja de cerillas, es como recriminarse ante un
espejo la torpeza exhibida antaño por la forma de afrontar esta
categoría tan tosca, que permite a un equipo como el Mirandés rozar la
zona de promoción en pleno ecuador de la competición. Los locales sabían
lo que hacer, es sencillo: presionar, proteger y lanzar dardos
envenenados a sus delanteros. Es evidente que eso no da para ascender,
pero sí la ejecución calcada de ese precepto, junto a una pizca de
calidad. Estamos en la selva y no ha lugar a confianzas mientras se
avanza. La UDA se plantó con orden, anticipación y sobre todo con
agresividad. Ésta última es la que en Segunda permite crear más
oportunidades de peligro ante la meta contraria. De hecho, es de los
choques en los que más faltas se han cometido. Buen dato. Además, si
Dubarbier completa uno de los mejores partidos de su vida como lateral,
miel sobre hojuelas. Quien no termina de funcionar es Julián. No es que
todo lo haga mal (solo faltaba eso), pero en encuentros como el de ayer
su participación era clave. Fue un partido para ganar por un detalle, el
mismo que en el plano negativo volvió a tener el cancerbero granadino.
Hasta el instante de encajar el tanto en propia puerta la UDA apenas
pasó apuros, lo que concede más importancia a una jugada en la que
Julián debió arrollar a Soriano en busca de un esférico que ya estaba en
su zona intocable. Sin un portero sobrio, que se olvide Gorosito de
promociones y escaladas épicas. Si el gol hubiese llegado en otra
situación, mala suerte, pero con la altura de Julián, que ocurra lo que
aconteció, tiene delito futbolístico. La prueba forzada de José Ángel
parece que convenció a Gorosito, que ciertamente se muestra muy sincero y
acertado en sus ruedas de prensa post partido. No quiere decir nada,
porque luego hay que plasmarlo en el campo, pero al menos va ahondando
con tino en las carencias de un conjunto que comienza a saber a lo que
juega. El que podría espabilar es Jonathan, que parece estar con la
cabeza en otro sitio. Está lento y desacertado, pero lo que me llamó la
atención fue su salida a la hora de dejar su puesto a Puertas. Quedaba
mucho partido y había que buscar la victoria, sin embargo el burkinés
abandonó el terreno de juego con lentitud y parsimonia, como si no le
importase lo que sus compañeros pudieran lograr. El mes de enero será
clave. Va a poner a cada uno en su sitio, empezando por el mismo equipo y
terminando por la propia plantilla, que por fuerza va a variar su
fisonomía. La llegada de Kalu Uche me causó sorpresa y alegría a la vez.
Sorpresa porque no me lo esperaba, y alegría por el nigeriano que, si
quiere, marcará las diferencias entre tanta mediocridad. No es solo el
gol, es su visión de juego. Bienvenido de nuevo al jugador con más
talento que pisó de rojiblanco el tapete del Mediterráneo.
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