Mi nueva Acta, publicada en Diario de Almería
En la mente de cientos de aficionados permanecerá fija la desafortunada
cesión de José Ángel que dio origen al tanto de Jorge Molina. Muchos
culparán directamente al centrocampista de la derrota, pero desde estas
líneas quiero dar ánimos al valiente jugador rojiblanco, porque pasa por
ser el conductor del juego, además de ayudar en labores defensivas
cuando otros escurren el bulto. Por estadística, puede ser el jugador
que más balones pierda, o quizá no, aunque sería normal, ya que es el
que más contacta con el esférico aun en situaciones complicadas; por
porcentaje de aciertos y errores, seguro que firma unos guarismos
positivos. Para errar hay que intervenir, como también le ocurrió a Chuli,
al que tampoco se le debe culpar por perdonar un claro mano a mano. Vélez
sí que finalizó el choque con una estadística inmaculada porque, entre
otras cosas, apenas tocó un balón. Dicho esto, comencemos con cierto
orden, a lo Bordalás. El fútbol fue justo en la tarde de ayer. Quien no
viera cómo el Getafe perdonó hasta tres ocasiones de gol, no claras,
sino flagrantes, y quien no se percatara del dominio absoluto en la
segunda mitad de los de Bordalás, es que todavía continúa saboreando los
polvorones. Incluso, algunos jugadores y aficionados hablaron al
término del encuentro de lo que debió ser un justo empate o una victoria
local (menos mal que Soriano no llegó a esos extremos). Se vislumbró el
empaque que mostró un equipo rescatado por un técnico como la copa de
un pino, especialista en la categoría de plata, que todavía no sé por
qué no ha recalado por estos lares. El postrero tanto azulón, no fue
sino la consecuencia de varios de los males que asolan a este Almería,
débil físicamente, desorganizado y dependiente de la aparición de
algunas de sus individualidades. Resulta cuando menos curioso que se
encaje tanto a balón parado. Más bien denota falta de físico por una
parte y de estrategia defensiva por otra. Para rematar la faena, se
prescinde de un baluarte como Azeez por decisión técnica, así como de
Iván Sánchez, que por su velocidad hubiese podido inquietar al
contragolpe cuando el Getafe encerraba durante tantos minutos a la UD en
su área, pese a la necesidad de la victoria. Lo de los cambios es otro
capítulo más del triste serial que están rodando los rojiblancos. Quizá,
si le hubieran dado a elegir a Bordalás habría prescindido de la magia
de Pozo para introducir al goleador Chuli, o hubiese sustituido al mejor
Diamanka conocido hasta ahora, pese a que el senegalés tiene que tocar
el esférico al menos cinco veces antes de pasar, por un invisible Vélez,
amén de no convocar a Azeez. Pero no, las órdenes procedían del
banquillo o de la zona desde donde Soriano veía el partido. En mi última
Acta de 2106 califiqué la derrota ante el Mirandés como de necesaria,
siempre y cuando a los defectos, que saltaron a la vista, se les buscara
solución. Pero no, como cantaba Julio Iglesias, la vida sigue igual. O
peor.
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