domingo, 12 de febrero de 2017

Lo individual prima sobre lo colectivo

Mi nueva acta, publicada en Diario de Almería

Nadie puede decir que no hubo entrega ni ganas de vencer. No en vano, quien más y quien menos es consciente de la complicación que se avecina si en plena segunda vuelta a alguien se le pasa por la cabeza dejarse llevar, con el objetivo final de que algo cambie por la zona del banquillo. Pero tras lo visto ante el Girona, sigo pensando que a este equipo le hace falta otra dirección deportiva como el comer, ya que solo con ganas e individualidades el objetivo de la permanencia se aleja casi sin darnos cuenta. Si nos quedamos con los detalles positivos, se corre el peligro de ir disculpando la ausencia de disparos a puerta, y lo que es peor, la escasez de oportunidades. Los instantes más brillantes vinieron, cómo no, de Pozo, pero el estelar centrocampista no lo puede hacer todo solo. Es cierto que por minutos se atosigó al rival, pero por oleadas, nunca siguiendo una estructura memorizada desde la que partir y en la que el jugador pueda, según su inspiración, romper por sorpresa. Si este decálogo en ataque viniera acompañado de disciplina en la marca y contundencia en la presión, habríamos descubierto la fórmula mágica para competir a un alto nivel en Segunda. Sin ir más lejos, los dos conjuntos en ascenso, Levante y Girona, jugaron frente a la UDA en pretemporada y en la cuarta jornada, respectivamente. En ambos choques, lejos del Mediterráneo, se empató y nunca dio la sensación de que en el futuro la desigualdad iba a ser la que ahora es. De hecho, entre las plantillas tampoco existe una diferencia abismal, por mucho que se critique a la de Soriano. Lo acontecido a posteriori,  ya sería achacable a la forma de impartir los conocimientos. Aun jugando a un nivel similar, el Girona creó en el día de ayer las oportunidades más claras, simplemente porque esas ideas las tienen mucho más claras. Ahora todo son prisas y obligación por ganarlo casi todo en casa, mientras se confía en una forma de trabajar intensa y voluntariosa durante la semana, según dicen, pero sin resultado práctico en el fin de semana. Además, un técnico que ha sido capaz de dejar tantos minutos en un banquillo de Segunda a un tal Pozo, merece la pérdida de credibilidad deportiva de la que ya goza en las comidillas rojiblancas. Si se opta por vivir de las individualidades, pintan bastos. Quique tuvo que  abandonar por lesión, pero su recambio natural, Juanjo, no es un rematador, sino un aceptable pasador desde la media punta. Como se suele decir, a perro flaco todo son pulgas. Flaco porque, pese a alguna carencia, no se le está extrayendo a esta plantilla lo que lleva dentro; si no, la escasa diferencia mostrada en los albores de la campaña con respecto a los dos primeros de la clasificación, no se hubiese convertido en esta desigualdad tan enorme, no la de un partido, sino la de toda una temporada regular. Con esta dinámica, solo queda encomendarse a Joaquín, Borja, Fidel, Pozo o Casto. Lo del absurdo cambio de Corona por Borja lo he dejado para el final, para que ya no tenga más espacio de comentar...

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