Mi nueva acta, publicada en Diario de Almería
Nadie puede decir que no hubo entrega ni ganas de vencer. No
en vano, quien más y quien menos es consciente de la complicación que se
avecina si en plena segunda vuelta a alguien se le pasa por la cabeza dejarse
llevar, con el objetivo final de que algo cambie por la zona del banquillo.
Pero tras lo visto ante el Girona, sigo pensando que a este equipo le hace
falta otra dirección deportiva como el comer, ya que solo con ganas e
individualidades el objetivo de la permanencia se aleja casi sin darnos cuenta.
Si nos quedamos con los detalles positivos, se corre el peligro de ir
disculpando la ausencia de disparos a puerta, y lo que es peor, la escasez de
oportunidades. Los instantes más brillantes vinieron, cómo no, de Pozo, pero el
estelar centrocampista no lo puede hacer todo solo. Es cierto que por minutos
se atosigó al rival, pero por oleadas, nunca siguiendo una estructura
memorizada desde la que partir y en la que el jugador pueda, según su
inspiración, romper por sorpresa. Si este decálogo en ataque viniera acompañado
de disciplina en la marca y contundencia en la presión, habríamos descubierto
la fórmula mágica para competir a un alto nivel en Segunda. Sin ir más lejos,
los dos conjuntos en ascenso, Levante y Girona, jugaron frente a la UDA en
pretemporada y en la cuarta jornada, respectivamente. En ambos choques, lejos
del Mediterráneo, se empató y nunca dio la sensación de que en el futuro la
desigualdad iba a ser la que ahora es. De hecho, entre las plantillas tampoco
existe una diferencia abismal, por mucho que se critique a la de Soriano. Lo
acontecido a posteriori, ya sería
achacable a la forma de impartir los conocimientos. Aun jugando a un nivel
similar, el Girona creó en el día de ayer las oportunidades más claras,
simplemente porque esas ideas las tienen mucho más claras. Ahora todo son
prisas y obligación por ganarlo casi todo en casa, mientras se confía en una
forma de trabajar intensa y voluntariosa durante la semana, según dicen, pero
sin resultado práctico en el fin de semana. Además, un técnico que ha sido
capaz de dejar tantos minutos en un banquillo de Segunda a un tal Pozo, merece
la pérdida de credibilidad deportiva de la que ya goza en las comidillas
rojiblancas. Si se opta por vivir de las individualidades, pintan bastos.
Quique tuvo que abandonar por lesión,
pero su recambio natural, Juanjo, no es un rematador, sino un aceptable pasador
desde la media punta. Como se suele decir, a perro flaco todo son pulgas. Flaco
porque, pese a alguna carencia, no se le está extrayendo a esta plantilla lo
que lleva dentro; si no, la escasa diferencia mostrada en los albores de la
campaña con respecto a los dos primeros de la clasificación, no se hubiese
convertido en esta desigualdad tan enorme, no la de un partido, sino la de toda
una temporada regular. Con esta dinámica, solo queda encomendarse a Joaquín,
Borja, Fidel, Pozo o Casto. Lo del absurdo cambio de Corona por Borja lo he
dejado para el final, para que ya no tenga más espacio de comentar...
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