Mi nueva Acta, publicada en Diario de Almería
Ya queda menos para respirar de nuevo. Vaya dos temporadas
de sufrimiento en Segunda, con plantillas en teoría diseñadas para disfrutar.
En Primera no hay opción, se debe luchar por la permanencia hasta la
extenuación, pero en la categoría de plata se llevan dos campañas creyendo en
alcanzar altas cotas y, a la postre, batallando por lo contrario, que es lo peor.
Cierto es que se ha mejorado en los últimos meses, pero por enésima vez se pudo comprobar ante el colista que a este
conjunto le sigue faltando solidez para competir con garantía en Segunda. Fue
un choque relativamente tranquilo, pero de nuevo se le dejó al contrario jugar
de más, en este caso al adversario más débil y con menos moral de todos. Entre
tanta irregularidad, en los buenos y malos momentos, hay un jugador con una
modélica trayectoria en estos años de plomo, que se ha merecido todos los
parabienes habidos y por haber. No es otro que Quique. No es una súper
estrella, ni llegará a fichar por un grande, pero me atrevería a decir que el
delantero vallisoletano ha llegado a sostener una nave que por momentos se iba
a la deriva de la Segunda B. Excepto en los albores de esta campaña, Quique no
solo ha contribuido con sus tantos, sino que su lucha, a veces en solitario
como en la pantomima de hace una semana en Mallorca, le otorga al ariete
rojiblanco el título de jugador más valioso entre todo el fango soportado
recientemente. Ayer, un ejemplo más. Otros también han contribuido a la
resurrección, como Casto y Joaquín. Al guardameta no lo esperaba tan en forma,
al menos un servidor, pero ahí ha estado en estos meses con sus paradas y sus
reflejos. Apenas intervino ayer tarde, aunque evitó el empate con una buena
mano. Joaquín por su parte, ha servido como comodín de lujo, con sus constantes
cambios de posición, circunstancia inusual en un jugador tan joven. De nuevo
tuvo que volver a la zaga, como si le dicen que juegue de delantero, es genial.
Estos pilares, junto al cambio de intensidad promovido desde el banquillo, y un
mínimo de orden, han logrado mantener a flote a un conjunto que de nuevo ha
podido aprovecharse del calendario en las últimas jornadas. Todos juegan contra
todos, no influye la suerte, pero no es lo mismo afrontar choques fraticidas al
final, que disputar encuentros frente a rivales con todo hecho. Por el
contrario, el reflejo negativo de toda la temporada se volvió a ver en Pozo y
en Fidel. Ni ante el recién descendido Mirandés, dos peloteros llamados a ser
parte fundamental del buque insignia rojiblanco, pudieron lucirse. Pozo fue un
quiero y no puedo, y Fidel un quiero y no doy una a derechas. En cuanto a lo
escasos silbidos a Vélez, espero que ya no se vuelvan a repetir. Me temo que
habrá que sufrir en el último partido ante el Reus. Ojalá me equivoque, pero
frente al Getafe algo similar de lo que ocurrió en Mallorca puede acontecer,
mezcla de conformismo y de lo que sea. A ver si en el último partido de la
temporada se pudiera al fin, y después de varios años, disfrutar sin mayores
sobresaltos.