Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería
Después de lograr cinco victorias consecutivas tendremos que conseguir
la sexta para ascender de forma directa. Esto me lleva a una reflexión
en puertas de la madre de todos los partidos: lo rematadamente mal que
se hicieron las cosas cuando lo teníamos muy claro, tanto que nuestro
próximo rival llegó a estar ocho puntos por debajo de nuestro conjunto.
La ventaja se dilapidó y ahora habrá que culminar una auténtica machada
si no queremos jugárnosla en un play off a cara o cruz, si bien el tanto
de la victoria de ayer puede tener su peso en oro, pues partiríamos con
ventaja en dichas eliminatorias. Pero volviendo al encuentro decisivo,
repito que da coraje el hecho de llegar a Villarreal y verse en la
obligación de consumar un final impensable. Si retornamos al pasado y
nos situamos por arte de magia unos segundos antes de que nos
concedieran ante el Racing un penalti de los que nunca se pitan, nadie
se creería en qué circunstancia nos encontramos ahora mismo. No tengo la
menor duda de que la actitud y la calidad de la plantilla, así como el
comportamiento de la afición, han tenido mucho que ver en esta
inesperada situación, pues desde aquella dolorosa derrota en Murcia la
disposición táctica sigue siendo la misma. La rabia contenida de los
jugadores pasó por encima de cualquier postulado, y por qué no decirlo,
las llamadas de atención de los que veíamos que algo no andaba bien
frente a los que seguían dando palmadas en la espalda. Como manifestó
Christian la semana pasada, los aplausos y los pitos influyen, pero que
no olvide el lateral que un toque de atención a tiempo es más efectivo
que el sí, bwana. Al igual, Esteban aludió a los que no acuden a
los entrenamientos, pero ni a mí ni a nadie le hace falta ver los
magníficos ensayos de una obra de teatro, si posteriormente ésta no se
interpreta con éxito. Dicho esto, ahora es el momento de estar todos
unidos en espera del ascenso, del cual tendría gran parte de culpa el
presidente, gracias al excelente plantel con la calidad de tantos otros
como la que atesora el pichichi Charles.
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