Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería
Ha pasado una semana desde el ascenso, pero parece que ha trascurrido un
mes. Demasiados cambios los acaecidos en el seno rojiblanco, que darían
para cinco artículos. Partimos de un hecho con escasos precedentes: la
marcha del técnico. Eso indica que algo no fue bien durante la
temporada, con independencia de las divergencias a la hora de renovar.
También que el club se hace mayor e independiente. Ya no necesitamos al
supuesto obrador del milagro para que nos guíe por un camino que
recorrimos con éxito
durante cuatro años. Y digo supuesto porque sigo
creyendo que el verdadero artífice del retorno fue el plantel de calidad
del que dispuso un preparador mediocre, con un currículo que espantaba
hasta este ascenso. Además, el ex entrenador mostró un interés relativo
por continuar la línea del presidente, la de contar con la mimada
cantera que se va cociendo. Antes de pasar la página de Gracia, un feo
detalle: el hecho de relegar al banquillo a nuestra perla, Jonathan, en
el partido que hizo inmortales a sus participantes. Ya son tres asaltos a
la máxima categoría que tuve la fortuna de vivir in situ (el primero en
el Franco Navarro con diez años). Pero como indicaba, ahora nos
sentimos más seguros que nunca. Y todos a una, con los abonos más
atractivos de nuestra historia. Rectificar es de sabios y de ello ejerce
cada vez más Alfonso García. Tanto es así, que el sábado me llegué a
emocionar con su última decisión: la elección de Francisco como
entrenador. He coincidido con nuestro flamante técnico varias veces, en Interalmería TV y en la Cope,
y siempre le dije que iba a ser nuestro Guardiola. Lo veo preparado y
capaz. Me comentaron en Navidad que es metódico y trabajador. También es
valiente e imaginativo, con capacidad de cambiar el rumbo de un choque,
y eso lo pude apreciar en los partidos que presencié del filial. Nos
conduce un dúo de lujo, Alfonso y Francisco. ¡Sumémonos al apasionante
viaje!
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