Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería
Me gustaría destacar por encima de todo un hecho loable: la última media
hora del choque, con un Almería practicando buen fútbol, creando
ocasiones y dominando el partido. Esa actitud, con tres a cero en contra
y con la situación del equipo, es de valorar. Dicho esto, vayamos al
grano. No hay trabajo que valga, no hay planteamiento que aguante, no
hay fortuna suficiente en el mundo que te acompañe, si como ocurrió en
Sevilla se concede un tanto al contrario como el primero a la Real.
Partiendo de esa base, se puede explicar bastante de lo que le sucede a
este equipo, un plantel limitado, pero que precisamente por eso no puede
servir en bandeja de oro a su rival un gol sí y otro también. Que sean
los adversarios los que tengan esforzarse para derribarnos, porque si no
se nos cae nuestra propuesta. Una vez que se rompe ese axioma de
cualquier conjunto modesto, los defectos se manifiestan tan enormes como
una florecilla en un mundo de gnomos. Cualquier adversidad se magnifica
hasta pasar por encima de una plantilla que además ya sufre una presión
insufrible. Pero tal y como ocurrió al comienzo del encuentro de ayer
tras el primer gol y cuando el marcador ya era insalvable, los jugadores
se despojaron de dicha presión y ofrecieron su cara más digna, pudiendo
empatar durante la primera mitad y mereciendo al menos uno o dos goles
al final. La falta de contundencia de la retaguardia (el tercer gol
también es un decálogo de blandura) y la obligada ausencia de Suso,
nuestro hombre más imaginativo y brillante, hizo el resto. Por cierto,
desconozco si Nelson tenía algún problema, pero no nos podemos permitir
su suplencia. Ahora nos espera el Valencia, antes de jugarnos nuestras
últimas opciones de coger el último tren con destino a la permanencia
ante Valladolid y Osasuna. Quizá no vendría mal, dada la actual
situación, apartar de nuestra mente cualquier atisbo de presión y jugar
como al comienzo, porque así se pudo rendir al 100 % y se estuvo en un
tris de lograr puntos que antaño se merecieron.
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