lunes, 21 de octubre de 2013

Un fantasma por el Mediterráneo

Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería

 
Cualquier acción o hecho en la vida tiene unas consecuencias y, con el trascurso del tiempo, las jornadas en las que se pudo y se debió ganar no han quedado en una simple anécdota. Las secuelas encuentran su origen en la puntuación y en lo que ésta ha generado en el aspecto físico y mental, si como indiqué se hicieron méritos para vencer en varios choques. Una vez que se afronta el decisivo partido ante el Rayo podían acontecer dos circunstancias: que se olvidara el pasado y partieran de cero o que la presión pudiera con todo y les venciera. Por desgracia sucedió lo segundo, porque presenciamos un encuentro nefasto, muy alejado de cualquiera de las reglas futbolísticas mínimamente decorosas para imponerse a un rival de primera. No se vio al equipo de Francisco, con sus errores y sus virtudes, con sus debilidades y sus bondades, sino a un conjunto fantasma que deambulaba por el estadio sin orden ni concierto. Daba igual que el adversario jugara con diez o con nueve, el enemigo estaba en casa. ¿Se puede evaluar la labor de cuerpo técnico y jugadores por la actuación de ayer? Yo creo que no, que la mala fortuna en otros partidos y la inexperiencia han influido decisivamente, aunque ciertas actitudes de algunos jugadores fuera del campo no han ayudado. El caso es que nos encontramos con tres puntos en una situación preocupante, con la soga al cuello, y como es lógico se buscan soluciones, que pasan por despojarse de la referida presión. ¿Destituir a Francisco serviría como revulsivo? Yo no lo haría, porque habría que evaluar de dónde venimos y quiénes somos, y cuál es la filosofía de la entidad, si la de formar un club sólido de cantera o disfrutar un par de años más de la máxima categoría, aunque la ley del fútbol dicta su sentencia. Por más que se quiera disfrazar la realidad, el público no se expresó masivamente en contra de su técnico. Los aficionados demostraron que van madurando y ya saben cómo actuar. Ahora la pelota la tiene en el tejado nuestro presidente, que para eso es el que manda.

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