domingo, 24 de noviembre de 2013

Desnortados

Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería

Se puede perder por diferentes circunstancias, pero la derrota de anoche dejó un amargo sinsabor. Encarar un choque ante un grande sin cometer una sola infracción durante los primeros diez minutos, y sin haber dominado al adversario, suena a chiste. O no se interpretó lo que había que hacer o los nuestros pensaron que se podía aguantar el chaparrón como en El Sadar, porque la última posibilidad es que el Madrid jugara su mejor partido como foráneo, lo cual no nos eximía de disputar un encuentro agresivo. Aun así, cuando a la Unión le dio por competir con sus armas se destaparon las vergüenzas del rival, que demostró el porqué de su tercera plaza en la clasificación. Y es que cada vez que el Almería se acercaba tímidamente a las inmediaciones de Diego, se contemplaba con claridad el coladero del Madrid en su zaga. Quizá el único rojiblanco que supo a lo que jugar fue Dubarbier. El argentino disputó cada balón con ahínco y causó algún sobresalto a los merengues. También Rodri anduvo valiente y vivo a la hora de desmarcarse, pero estuvo muy solo. Precisamente Suso, su mejor asistente, del que se echó mano para disminuir la diferencia técnica con el adversario, estuvo perdido como en anteriores jornadas. Barbosa podría haber gozado de una oportunidad, que también hubiese servido como aviso para el gaditano. Tampoco me convenció la posición de Pellerano. El hombre hizo lo que pudo, pero nunca debemos depender de su distribución en la parcela central. Nunca más. Lo mejor que se puede hacer es olvidar este partido y pensar que la actitud se puede y se debe recobrar de cara al futuro. Con sacrificio y buen hacer se volteó la extrema situación en la que nos vimos envueltos. Si se vuelve a recuperar la confianza que se empezó a conquistar en Valencia, este equipo podrá estar luchando hasta el final por la salvación, pero si de nuevo se cae en la apatía de los primeros minutos de anoche, las virtudes de este conjunto se volverán a disolver como un azucarillo.

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