lunes, 12 de enero de 2015

El día y la noche

Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería

Es difícil de explicar tanta diferencia entre la primera y la segunda mitad. De un equipo ordenado y estructurado, se pasó tras el descanso a otro roto y desquiciado. Frente a un conjunto superior técnicamente como el Sevilla, es sumamente complicado controlar el tempo del partido, aunque tampoco se esperaba que los nuevos pupilos de Juan Ignacio Martínez se viniesen abajo súbitamente. La gran diferencia entre las dos mitades fue la efectividad que cada equipo supo sacarle a su momento. Mientras a los rojiblancos les faltó profundidad y efectividad durante sus mejores minutos, a los sevillistas les sobró. ¿Qué pudo causar nuestra deficiencia? Sin entrar en la lógica diferencia presupuestaria, la ausencia de Thievy en la mañana de ayer resultó ser nefasta de cara a nuestros intereses. Con el flamante técnico almeriense el delantero congoleño no sólo ha crecido, sino que ha hecho de Hemed un jugador más poderoso. Ambos han creado una simbiosis perfecta que, por ende, ha redundado en beneficio del equipo. El control de la situación durante la primera parte se tradujo en apenas dos ocasiones a favor de la UD. Wellington y Édgar siempre encontraban a Hemed rodeado de contrarios. A su vez, ambos extremos no tienen la vocación rematadora de Thievy, o mejor dicho, no están tan acostumbrados a jugar de matadores dentro del área, como suele hacer el congoleño. De ahí que Hemed se convirtiera en un islote durante todo el encuentro. Lo de la segunda mitad fue un querer y no poder; tras el tanto de Iborra, el orden y concierto se disolvió como un azucarillo. Ninguna sustitución cambió el rumbo. Édgar se contagió del desaguisado y volvió a las andadas. Tan solo Fran Vélez, grandioso jugador, mantuvo el tipo. Ni siquiera Soriano restituyó el orden. Todavía me sigo acordando de aquellos choques ante rivales inferiores que no supimos rematar, porque con el Valencia el próximo domingo lo volveremos a tener crudo. En breves fechas tendremos la oportunidad de resarcirnos con los rivales directos. Frente a ellos, nos jugaremos la permanencia.

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