Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería
Una sutil modificación puede convertir lo vulgar en elegante. Una leve
corrección permite coordinar la estructura de un grupo desorganizado en
otra armónica. Grosso modo, fue lo que pudimos observar en el
nuevo Almería de Juan Ignacio Martínez. El equipo ha pasado en escasas
semanas del desquiciamiento de Eibar al orden cuasi jerárquico de
Málaga. Se lograron ocupar racionalmente todas las zonas del terreno de
juego. Que se lo digan a los de Javi Gracia, que no se encontraron
cómodos durante gran parte del choque. Unos dicen que el Málaga tuvo un
mal día, que si las bajas mermaron su potencial o que la diosa fortuna
se volvió a aliar con los nuestros. Pienso que todos los factores
influyen en un partido de fútbol, al fin y al cabo es un juego, sin
embargo lo que sí se vio con total nitidez fue el planteamiento
equilibrado que el flamante técnico almeriense inculcó a los suyos. En
Balaídos se vislumbró algo, pero en La Rosaleda se constató que el
equipo de Juan Ignacio Martínez puede convertirse en un duro hueso de
roer. En todas las zonas del campo la UD pugnaba por la superioridad y
la lograba en la mayoría de envites. Partiendo de esa base, la balanza
ya se inclina a favor del conjunto que logra más victorias en esas mini
batallas que se libran a lo largo del partido. Así, un jugador como
Corona, que necesita apoyos para desplegar su fútbol, campa a sus anchas
por mucho que le pesen los años. Si además se le coloca donde
desarrolla todo su potencial, más adelantado, como en sus mejores
tiempos, seremos capaces de regresar al pasado para deleitarnos de nuevo
con el talaverano. Otro detalle a tener en cuenta fue la espartana
función de los laterales, menos ofensivos que antaño. Sus pasadas
incursiones en campo contrario eran un lujo innecesario para un equipo
que persigue un objetivo exclusivo, la permanencia. A destacar también
el despertar de Julián, tan dormido en los encuentros de pretemporada y
Copa. Por no hablar de los centrales, no olvidemos, provenientes del
filial. Lo de Fran Vélez, en concreto, fue de escándalo a la hora de
anticiparse. Menudo defensor. Incluso Édgar, criticado desde estas
líneas en otros escritos, puso en jaque a la zaga malacitana. Repito una
vez más, el día que el extremo canario equilibre su fuerza con su mente
futbolística, se convertirá en un jugador determinante de primera. Para
el final quise dejar a Thievy y Hemed, tan criticados últimamente. El
congoleño comenzó fallón, pero terminó excelso y dando la victoria a su
equipo con un taconazo mágico, cuando la mayoría de futbolistas se
hubiesen dado la vuelta para centrar, con la consiguiente pérdida de
decisivas décimas de segundos. Por su parte el israelí nos deleitó con
un sombrero de alta escuela, además de ser oportuno de cara al gol y
solidario con sus compañeros. Chapó para ambos. La consecuencia final de
todo esto es que se le jugó a todo un Málaga enrachado de tú a tú en su
propio estadio, con orden y concierto. Más no se le puede pedir al
nuevo gerifalte del banquillo rojiblanco.
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