Mi nueva Acta, publicada en Diario de Almería
Competir en Lugo con Lolo Reyes en adaptación, junto a un débil Corona para jugar en el Anxo Carro, es como jugar a la primitiva sin comprar boletos. La suplencia
de Fatau y Pozo, inexplicable
Cualquier disciplina deportiva de grupo es subjetiva, pero el fútbol lo
es aún más. Uno no sabe si conforme pasan las temporadas la crítica que
solemos plasmar en torno a un choque va adquiriendo un poso de
sabiduría, o si por el contrario uno ya no entiende nada de lo que
pretende examinar. Lo que aconteció en Lugo tiene en teoría una sencilla
explicación, pero se supone que el técnico es el que mejor conoce la
realidad. Desde mi perspectiva voy a intentar desgranar un encuentro
que, desde los pies a la cabeza, me resulta complicado de analizar. Lo
digo, por el planteamiento inicial del choque en un entorno que se
presuponía hostil para el desarrollo del buen fútbol. Partiendo de la
base del encuentro de Copa ante el Elche y los esfuerzos tras la
inesperada prórroga, resultó cuando menos sorprendente la apuesta
inicial por Lolo Reyes. Un jugador que todavía está lejos de su mejor
forma y que se vació el pasado miércoles. El resultado final fue el
esperado, máxime si el compañero que anduvo a su lado en la parcela
central, Corona, disputa un partido mediocre, por ser muy cortés. Ir a
Lugo a competir en el corazón de la batalla, con el chileno en proceso
de adaptación física y técnica junto a un débil Corona para esa
tesitura, es como jugar a la primitiva sin comprar boleto alguno. De
hecho, el tanto de la derrota vino por un córner mal defendido por el
centrocampista talaverano. Mientras, Fatau vio el desenlace desde el
banquillo. Un jugador clave para este Almería, que no disputó todos los
minutos de Copa y que en un estadio como el Anxo Carro su participación
venía como anillo al dedo, no debió permanecer como espectador de lujo.
En mi anterior misiva tras la Copa, ya apunté que la conveniencia de un
dúo Fatau/Reyes para batallar en estadios complicados, sería la decisión
más acertada. Lo de Pozo tampoco se entiende. El concurso del malagueño
hubiese resultado fundamental por delante del referido dúo de
batalladores. Pozo es de los que, con un solo pase, una genialidad o un
disparo, es capaz de desatascar el encuentro más espeso que se pueda
imaginar. En el flanco izquierdo de nuestra zaga debutó Adri, un
correcto lateral. Se ve que Dubarbier comienza a pagar, con razón, los
platos rotos de la fragilidad defensiva. Ahora bien, a quien se le diga
que en una plantilla de 25 integrantes hay que echar mano de un jugador
del filial para cubrir la ausencia del lateral izquierdo titular, puede
pensar que en ese plantel aquella posición está maldita. En definitiva,
todo este cóctel dio lugar a visualizar en el Anxo Carro un Almería
inofensivo, tosco e inocuo, que no fue capaz de crear ni una sola
ocasión de peligro, ni de imponerse a un Lugo aseadito, con las ideas
claras pero con una calidad a años luz de nuestro conjunto. Las jornadas
pasan y se va descubriendo el pastel de la segunda, con equipos que a
duras penas pelean por hacer un digno papel. Se puede afirmar que el
hipotético ascenso se vislumbra como un reto posible, siempre y cuando
no acabemos en los últimos minutos arrinconados ante un equipo del
montón, pese a ir perdiendo. Mal síntoma en Lugo.
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