lunes, 9 de junio de 2014

Nunca más de pardillos

Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería

No podemos contratar jugadores consagrados. Ni siquiera éstos nos garantizan la permanencia, pero al menos la disputa del Mundial nos da lugar a meditar, cavilar y estrujar al máximo nuestro presupuesto. Una de las claves para reforzarnos son las ventas, sobre todo las que provienen del filial y van forjando un nombre gracias a la extraordinaria política canterana que se practica tiempo ha. En estos días es Aleix Vidal quien se debate entre varios clubes de cierto nivel. Es evidente que la UD nunca cortó la trayectoria ascendente de ningún jugador, y así lo ha demostrado. Es más, si el sambenito de la entidad fuera el de ser un club con escasa repercusión futura, nos sería complicado reclutar a jóvenes promesas. Ahora bien, una cosa es la proyección que se suele adquirir de rojiblanco, y otra es el choteo económico al que nos pretenden someter la mayoría de entidades históricas, por el mero hecho de ser tan pequeñitos. Si se negocia una cláusula con dureza, la de Aleix en este caso, podemos ser tildados de insolidarios con el jugador y de no mirar por sus intereses. De acuerdo, pero ¿quién se preocupa de nuestro rédito? ¿Es que nuestra entidad vive del aire? ¿O es que a nosotros como club no se nos corta también la trayectoria si se decidiese vender a precio de saldo, tras arriesgar con jugadores semianónimos? Por eso, espero que el presidente sepa jugar sus cartas, con la mano abierta, pero también con firmeza para hace valer el riesgo de conceder oportunidades a diestro y siniestro. Hoy es Aleix, y mañana serán Azeez, Jonathan o Kiu. El caso es que otros venden laterales insípidos al fútbol inglés por millones de euros, casi como nuestro presupuesto anual, y a nosotros nos ponen a los pies de los caballos por un extremo con una velocidad extra, de los que escasean. Presidente, yo no le voy a dar lecciones, es usted quien nos las ha dado con su trayectoria, pero cierta dureza hay que exteriorizar ante el continuado abuso que pretenden ejercer los que piensan que todo el monte es orégano. 

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