lunes, 2 de junio de 2014

El Eibar del 79

Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería

Ahora sería impensable, pero en días lluviosos como el de ayer había que cruzar por el barro para presenciar in situ un encuentro de la AD en el Franco Navarro. No había medias tintas, sin aceras, o nos aventurábamos o uno se quedaba sin partido porque no había televisión en directo, y lo que es peor, los resúmenes de nuestro club casi nunca llegaban a tiempo. Con 11 años lo llevé bien, pero algunos seguidores en los albores de la jubilación lo pasaban regular. No importaba, la ilusión se sobreponía al fastidio de partir hacia el campo muy temprano por las largas colas de la Ctra. Granada, al complicado estacionamiento provocado por la gran cantidad de espectadores que acudían a un recinto que acogía más publico del permitido y al inconveniente de tener que levantarse del asiento para poder ver la jugada que se producía, a derecha o izquierda, si los contendientes rivalizaban cerca del corner. Nada ni nadie lograba eclipsar la utopía que estaba a punto de hacerse realidad. El choque del ascenso frente al Castellón fue el punto culmen de todo aquello. Emoción a flor de piel y aroma a puros habanos. Los nuestros remataron la faena a lo grande, unos jugadores que en gran parte caminaron de la mano de la Agrupación por todas las categorías existentes. Un incrédulo seguidor sentado a mi lado, se expresó a falta de 20 minutos después de permanecer mudo durante todo el partido. ¡No me lo creo, el año que viene leeré en los carteles, Almería-Real Madrid! Fue tan sincero y natural como explícito. Y es que aquellas proclamas de papel eran sagradas. Menos mal que al hombre no se le ocurrió viajar al futuro, porque si no le da un síncope al comprobar cómo el mismo Real Madrid no pudo vencer a la AD tres meses después. La estampa final del malogrado Maguregui, recorriendo el campo a hombros tras la gesta, mientras los aficionados le vitoreaban desde la grada, quedó en la retina de todos nosotros. Han pasado 35 años, pero todavía huelo a puros habanos, como si lo hubiese presenciado ayer mismo.

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