Mi nuevo artículo, publicado en Diario de Almería
Un partido como el de ayer, frente a un rival de tanta calidad, se podía
perder. También es cierto que nuestra posición sigue siendo envidiable,
máxime cuando los tres equipos del descenso perdieron. Ahora bien, lo
que ya se advirtió desde estas líneas es que dos de los conjuntos de la
cola han pasado por el Mediterráneo y que igual la puntuación no era
todo lo excelente que podíamos pensar, ya que el calendario de comienzo
era benévolo. De hecho, y como se vio ayer, los contrarios más fuertes
ya se atisban peligrosamente por el horizonte. Adversarios que sin hacer
nada del otro mundo se quedan con los tres puntos como ocurrió anoche.
No le concedimos muchas ocasiones al Villarreal, incluso el segundo gol
fue ilegal, pero una pérdida de balón contra estos equipos es mortal de
necesidad. Si además el técnico rival nos estudia como Marcelino y
tapona a la perfección a uno de nuestros estiletes, Wellington, que
estuvo muy gris, la cosa se complica. Cuatro jugadores amarillos
encimaban al brasileño cada vez que el extremo se disponía a profundizar
por su banda. Por lógica, el otro medio equipo del Villarreal estaba
disperso por el campo, pero no supimos contrarrestar esa circunstancia.
Esta vez el trivote (que debe seguir jugando de inicio) apenas aportó,
pero el partido es de los que un rival poderoso apenas te concede
chance. La salida de Soriano, Corona y Teerasil desdibujó aún más al
equipo, que anduvo muy escaso de ideas. La vieja guardia estuvo pésima y
el tailandés de nuevo tenía que enmendar la plana a sus compañeros.
Hemed estuvo desaparecido y sólo Edgar, con más corazón que cabeza,
aportó algo interesante. Llamó la atención que los rojiblancos apenas
realizaron un centro en condiciones, un hándicap frecuente y demasiado
pesado. Toca olvidarse de esta lógica derrota y no confiarse de la
actual posición en la tabla que, con el calendario que se nos echa
encima, puede tornar peligrosamente para nuestros intereses.
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