Mi sección, El Acta de Vivancos, publicada en Diario de Almería
Una derrota siempre es dolorosa, pero más se siente cuando al analizar
el choque se comprueba que se esfumaron los tres puntos casi sin querer.
No vino el Athletic en su mejor momento, además el Almería contuvo a
los leones controlando la parcela central desde el comienzo, eso sí, con
escasa profundidad en ataque. Es posible que por esa razón alguien
piense ahora en volver al sistema de acumulación de delanteros que nos
hizo fracasar ante los peores de la fila en el Mediterráneo, alegando la
falta de ocasiones, pero no hay que olvidar que las casas se empiezan
por los cimientos y si no se controla el corazón del terreno de juego,
difícilmente se podrá llegar con cierto criterio (a lo loco y de rebote,
sí) a las inmediaciones del arco rival. Que nadie olvide de dónde parte
el éxito en el fútbol; los conjuntos que ganan las ligas no suelen ser
los máximos goleadores, sino que son los que menos tantos reciben. Por
el contrario los que descienden pueden ser muy goleadores, como le
ocurría a nuestro equipo la pasada campaña, pero si encajan con
facilidad tienen todas las papeletas para descender. Abogo por el
equilibrio, por recibir menos tantos como sucede en esta temporada, en
resumidas cuentas, por crecer de abajo hacia arriba. Nos faltó un plus
en ataque para completar un partido serio, porque el rival, por muy mal
que se encuentre, apenas nos generó ocasiones. De hecho el final de la
primera parte resultó prometedor, en espera de que en la segunda el
calor y esa cocción a fuego lento a la que parece jugar el Almería de
esta campaña, surtiera efecto en la última media hora. ¿Qué se echó en
falta para que se pudiera cumplir el guión? En principio dos factores
capitales; primero la escasa contundencia en defensa, sobre todo a balón
parado, que era como se vislumbraba que el adversario podía lograr algo
positivo dado su escaso juego. Ahí nuestro conjunto anduvo muy blando,
como se aprecia en el gol encajado. Menos mal que Beñat nos conocía, ya
que manifestó que el Almería era un rival duro y de mucha pelea. Me
parece a mí que este jugador entrena y después se desentiende del
fútbol. El segundo factor determinante fue la ausencia de Jonathan en la
segunda parte. Con la sinopsis del partido acaecida hasta el meridiano
de la segunda mitad, ¿por qué el extremo burkinés, un jugador potente
donde los haya, no llegó a ingresar en el terreno de juego? ¿Es que el
equipo no necesitaba su fuerza y empuje para hacer daño al contrario por
las bandas? Yo pienso que se podría haber repetido lo que sucedió en
Riazor, pero siendo Jonathan el protagonista en vez de Wellington. Los
cambios fueron, cuando menos, algo liosos. No quisiera dejar indemne a
Dubarbier. Si viéramos el choque de nuevo nos daríamos cuenta de la
cantidad de errores de bulto del argentino, empezando por la jugada que
yerra y que, tras dos saques de esquina, desemboca en el gol de Etxeita.
El lateral argentino es, a día de hoy, un jugador que resta más que
suma a la hora de hacer balance general en la aportación individual.
Toma nota Francisco.
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