lunes, 11 de mayo de 2015

El arte de sobrevivir en el alambre

El experimento de colocar a un lateral zurdo cubriendo el flanco derecho de la zaga, además de ser visualmente horrendo, tuvo un nefasto resultado práctico. Mala la campaña de Trujillo

Mi nueva acta, publicada en Diario de Almería

Para una gran mayoría de aficionados almerienses ya hemos descendido virtualmente. Si echamos un vistazo a nuestro futuro calendario, poco o nada hay que hacer. Eso sí, seguimos fuera del descenso con un punto más que nuestros adversarios. No voy a negar que la situación es complicada, pero los rivales tampoco lo tienen de color de rosa. Con lo que recientemente hemos padecido en Almería, no deberíamos convertir en drama lo que Valladolid, Deportivo, Osasuna y hasta Betis sobrellevan cada final de temporada en primera. Habría que desdramatizar la situación y centrarse en consolidar el club, para que con independencia de lo que ocurra en las dos últimas jornadas, mantengamos una base sólida. El encuentro de ayer fue un ejemplo más del paso por el alambre al que nos exponemos a finales de cada campaña. En el lateral derecho tuvimos un grave problema, el que toda plantilla modesta de primera, o mal planificada, suele sufrir. Debo admitir que, ante la ausencia de centrales y la incorporación de Ximo al corazón de la defensa, en pocas ocasiones vi a un lateral zurdo cubrir el flanco derecho de la zaga. El experimento, además de ser visualmente horrendo, tuvo un nefasto resultado práctico. Ya sé que las lesiones y las sanciones son numerosas, pero un conjunto humilde de primera siempre debe disponer de cuatro centrales en plantilla para destruir lo que los mejores, y hasta los medianos, construyen. Para eso contamos con un internacional como Marín, jugando cada semana en un histórico filial. Aun así, se optó por otra solución. No pintaba mal nuestro centro del campo, pero los problemas no solo llegaron en defensa (mala la campaña de Trujillo), sino que en ataque se marró lo que nunca se debe perdonar. Con todas estas premisas el Málaga logró la victoria casi sin pretenderla, sin hacer ruido. Al final, Jonathan no terminó de arreglar el desaguisado de sus compañeros, errando en cada uno de sus pases y fallando clamorosamente el empate con toda la portería para él. No se trata de cargar contra determinadas individualidades, pero pintan bastos. Habrá que aferrarse a varios aspectos externos, como el esperado fracaso del Granada en Anoeta, aunque uno de ellos es básico, la posible derrota del Barça en el Calderón, primordial por dos razones: permite que los azulgrana se jueguen la liga en la última jornada ante el Deportivo y que el Valencia, con su victoria en casa ante el Celta, nada se juegue en la dramática jornada final en el Mediterráneo al asegurar la cuarta plaza y no poder optar a la tercera. Además, no olvidemos un detalle, en el caso de que la victoria del Valencia sea rotunda ante el Celta, los sevillistas sabrán al unísono en el partido ante la UD, que ya nada se juegan. No quisiera por último obviar lo que nuestro filial ha logrado: ni más ni menos lo que tan solo hace una década anhelábamos por parte del primer equipo, el ascenso a Segunda A. Enhorabuena a los chavales por optar a semejante proeza. Si nos lo cuentan hace pocos años, los de plomo del fútbol almeriense, nos habrían tomado por auténticos majaras. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario