Mi nueva Acta, publicada en Diario de Almería
Ayer comenzó una mini liga de tres encuentros, dos en casa
frente rivales supuestamente asequibles, y uno como visitante ante uno de los
conjuntos que nos acompaña en la cola. Pasa por ser la plataforma sobre la que
asentar la leve recuperación que se atisba. Todavía se está a tiempo de que así
sea, porque tampoco había que ser tan optimistas como para ambicionar de golpe
los nueve puntos en juego de dicha mini liga, si bien el éxito suele venir
acompañado de buenas acciones, de las mismas que adolece un equipo con la
confianza bajo mínimos. Tan escasa es la seguridad en sí mismos, que ni
poniéndose el encuentro de cara son capaces los de Carrillo de aprovechar los
momentos de euforia que dejan los tantos a favor. De nuevo volvió a aparecer el
fantasma de siempre, la fragilidad defensiva, arrastrada de tiempo ha y
causante de la ansiedad que padecen todos los integrantes de una plantilla que
no es la peor de Segunda A, como actualmente indica la clasificación. Es muy
fácil escudarse en los defectos de cada jugador a la hora de evaluar el
plantel, para seguidamente aseverar que nos han vendido un producto por encima
de lo que realmente vale. No estoy de acuerdo con ello, porque si se abre un
boquete en un barco por donde comienza a entrar agua, todo lo demás empieza a
dejar de funcionar correctamente. Hay plantilla para más de lo que vemos, por
mucho que el presidente se empeñe en echar leña al fuego en caliente, como hizo
a la finalización del choque. La labor de Carrillo no está siendo sencilla, se
ve cierta mejora en determinados aspectos y momentos del partido, que vendría
de perillas si llegara con victorias, pero no es fácil avanzar cuando aprietas
las tuercas durante la semana y por la razón que ustedes crean los jugadores
comienzan a caer lesionados como chinches. Lo cierto es que, grosso modo, la
UDA está compitiendo en los últimos encuentros. Otra cosa es que los jugadores
acepten la nueva situación. Los
resultados satisfactorios deben partir de una laboriosa preparación durante la
semana con especial incidencia en el orden defensivo, ya que el ataque proviene
de la inspiración individual, no de un trabajo metódico. La propuesta inicial
de Carrillo ante la Ponferradina tuvo una parte buena y otra mala. La positiva
entroncaba con la manida solicitud de un servidor, de dominar la parcela
central. La presencia de Pozo y Soriano, de enlace, se aproximaba a una idea de
posesión y creación. Lo negativo vino cuando el equipo se partió en dos a la
hora de defender, porque Fatau y Reyes cubrieron las espaldas a la zaga,
mientras que el resto de los compañeros anduvieron demasiado lejos. De nuevo,
un contrario más campaba a sus anchas por el centro del campo pese al mazazo
inicial. Al menos, en la segunda mitad la casta y las ganas suplieron a las
deficiencias, incluso para haber vencido, pero mientras llega o no llega el
ansiado triunfo los rivales se escapan y la confianza cae bajo mínimos. Sin
pretender meter presión, en Bilbao hay mucho en juego.
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