Con defensa de tres, cuatro o cinco, el conjunto confeccionado para la
presente campaña adolece de jugadores que trasformen en peligro lo que
en principio es un simple dominio
Ya se verá si la historia concluye con final feliz, pero el sufrimiento
padecido hasta el momento quedará en los anales de la historia
rojiblanca. Queda tramo por recorrer, aunque me da que la gasolina, y no
me refiero al aspecto físico, es limitada. Con el trascurso de las
jornadas un paso en falso puede costar la vida deportiva, ya que los
marcadores difícilmente ofrecerán una victoria siquiera por dos tantos
de diferencia. Cualquier equipo que exponga sus vergüenzas puede quedar
sentenciado. Las de la UDA sobresalen cada día con mayor claridad y los
partidos llegan a parecerse uno al otro. Con defensa de tres, cuatro o
cinco, el conjunto confeccionado para la presente campaña adolece de
jugadores que trasformen en peligro lo que en principio es un simple
dominio. Por esa razón, la defensa de cinco es lo que hasta ahora está
dando más puntos y sostiene a la UDA en el límite de la esperanza. Un
tanto en contra en los tres últimos choques, dos de ellos de foráneos,
no es un mal balance a la hora de sentar las bases. El doble problema
que se suscita es la referida falta de magia en las inmediaciones del
área y el paso de las jornadas, porque a este ritmo se puede marchar
desde un hipotético comienzo de temporada, pero no tanto desde el
agónico punto del que se partió en descenso. Cortada la sangría
goleadora en contra, la primera dificultad la encontramos en esos
famosos metros finales a los que últimamente se refiere Gorosito. La
escasez de oportunidades que se generan, para si acaso poder criticar la
falta de puntería de los arietes, es cuando menos alarmante. El único
jugador capaz de cambiar la naturaleza de una aproximación es, a día de
hoy, Pozo. De hecho, volvió a ponerlo de manifiesto en los últimos
minutos del partido. Creo que no se debería prescindir de este jugador,
de principio, nunca más. Es, junto a la necesaria incorporación de los
laterales en el actual sistema de cinco defensas, la única luz que
podría dar vida al encefalograma plano en el que se ha convertido el
ataque del Almería. En cuanto al paso de las jornadas, poco más se puede
hacer por una sencilla razón: el conocimiento de nuestro propio
defecto. Si en Tenerife el equipo se hubiese lanzado a tumba abierta a
por la victoria , aun con un jugador más, la poca inventiva de los
metros finales no tendría por qué haber cambiado de la noche a la
mañana, mientras que la sufrida exposición en defensa que antaño
destrozó los esquemas, hubiese resultado fatal. Con esta reflexión no
pretendo dar por válido el empate, a todas luces insuficiente, si además
contamos con los marcadores de los rivales, pero sí habría que tener la
cabeza fría y pensar hasta dónde se puede forzar el motor de este
conjunto, sin llegar a destrozarlo, para llegar con vida a la meta. En
estos momentos solo falta superar a un contrario para abrazar la
permanencia, que está a tiro de piedra. Si los adversarios son capaces
de distanciarse, que lo hagan por meritos propios, pero no porque el
propio Almería intente algo que no ha sabido ni sabrá hacer en lo que
resta de temporada.
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