Mi nueva Acta, publicada en Diario de Almería
Ha llegado el momento de analizar no solo el choque de ayer,
sino toda la trayectoria de la entidad rojiblanca a lo largo de las últimas
campañas. No es una tarea complicada ni pesada, porque lo acontecido en El
Alcoraz es una fotocopia exacta de tantos y tantos partidos en los que la UDA
ha transmitido idénticos síntomas de lo que es un conjunto carente de una
dirección deportiva firme y coherente. Firme por un lado, porque no se
vislumbra tiempo ha un técnico que imparta disciplina de la de verdad. De
hecho, con independencia de Emery con su ascenso y trayectoria en Primera, y de
Gracia, el resto de los entrenadores locales han pasado poco menos que al
ostracismo futbolístico. Y coherente, porque los directores deportivos han
elaborado las plantillas a golpe de nombres, no de hombres que complementen las carencias específicas que se deben cubrir. Se contratan buenos
jugadores que luego no encajan, quizá porque no se parte de un patrón definido
ni de cómo y a qué se quiere jugar. Prueba de ello lo tenemos en los elogios que
suele recibir el plantel rojiblanco por parte de los técnicos contrarios. El
dato es estremecedor si recordamos algunos ejemplos. Los más cercanos los
tenemos muy frescos. Montoro vino con marchamo de calidad, de gran organizador,
pero el centrocampista fracasó. Sin embargo, en unos meses triunfó, no en
Segunda, sino en Primera con una gran UD Las Palmas. A Cristian Herrera le
ocurrió algo similar, con su traspaso en el mercado de invierno al Girona. Hay
ejemplos aun más directos, porque ayer mismo vimos en el Alcoraz a ese gran
Fidel que deslumbraba en Segunda, deambulando por la banda. Por el contrario
Samu Sáiz o Borja, los delanteros del Huesca, exrojiblancos del filial y
descartados en su momento en Almería, completaron un excelente encuentro. Grosso
modo, la mayoría de los adversarios saben a lo que juegan en sus respectivos
conjuntos y conocen al dedillo su función sobre el terreno de juego. Lo
contrario es lo que ocurre a orillas del Mediterráneo, quizá como indicaba, por
falta de firmeza y coherencia deportiva. Se contrata a Pozo y a otras piezas
interesantes, pero por ejemplo técnicos enérgicos e ideales para Segunda como
Bordalás, con fases de promoción y un ascenso a cuestas, u otros, no se
rescatan para la causa. En Almería los jugadores suelen mostrar su mejor cara
al final, como los malos estudiantes. Lo peor es que tanto va el cántaro a la
fuente, que un día se romperá. Preparémonos para ver triunfar a Pozo con otros
colores, como a los anteriormente aludidos, a Espinosa, Raúl García, Alberto y
a un largo etcétera. Plantilla interesante suele haber por estos lares, pero
aquí no se aplica el término conjunción. El presidente y la directiva suspiran,
como todos los abonados y seguidores, por un equipo en el campo y no solo en la
teoría. El propio Alfonso García lo manifestó hace unos días, pero para lograr
ese objetivo hay que apostar desde el comienzo por un estilo definido (en
Segunda debe primar el orden y el físico) y por un técnico que dé miedo,
futbolísticamente hablando; si no, el sueño de esta etapa dorada en LFP se nos
escapa de las manos.
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