Mi nueva Acta, publicada en Diario de Almería
En La Romareda se dieron todos los condicionantes para
simular que se avanza por la senda correcta, por un atajo que sortea las
trampas que esconde esta complicada categoría. Pero si se rasca, se visualiza
el trasfondo del rendimiento de la plantilla y cuerpo técnico, toda una muestra
de debilidad en todos aspectos del juego. Lo peor es que sirvan de coartada
algunas circunstancias como el estéril dominio de la segunda mitad, la
estrechez del marcador final o la propia endeblez de un grande como el
Zaragoza, venido a menos. No nos engañemos, ni en las goleadas ante el Rayo y
Nástic el conjunto de Soriano dio la impresión de equipo compacto, de los que
atacan y defienden en bloque. En algunos partidos, durante determinadas fases del
juego, parecieron los rojiblancos un conjunto más de Segunda, pero solo cuando
las individualidades aciertan de lleno, se allana el camino. Ayer no hubo
acierto individual y, por consiguiente, no se pudo enmascarar el encefalograma plano en que está sumido
este equipo. Observo que de puertas para adentro todo son autocomplacencias y
expectativas, se piensa en lo que queda de competición para pasar del supuesto
suficiente al notable. Lo malo es que no se ha pasado del insuficiente, y no lo
digo yo ni ningún otro agorero, sino la propia clasificación que es capaz de
premiar a plantillas insuficientes, como las del Reus o Huesca, precisamente
por jugar en bloque. Se incide en preceptos equivocados, o incluso diría que inocuos, porque no se juega a nada y además
se adolece de las más básicas virtudes que cualquier conjunto de Segunda debe
llevar intrínsecas en su ADN futbolístico, si es que se pretende competir en
igualdad, como el orden y la contundencia, en defensa y ataque. Lo de la zaga
salta a la vista, observando los tantos encajados sobran las palabras. En el
plano ofensivo, aparte de no disparar entre los tres palos, se ataca sin un
patrón de juego definido, aunque reitero que el agujero que conviene tapar
cuanto antes se sitúa en la retaguardia. Algo que también resulta
incomprensible es la confianza del míster en jugadores que no dan pie con bola,
como Trujillo o Vélez, y sin embargo las escasas esperanzas depositadas en
otros que, como José Ángel, merecerían continuidad. Otro dato para la desesperanza
lo encontramos en la elección de los cambios durante el choque. Dejar sobre el
terreno de juego a Vélez para intentar construir con el marcador en contra,
prescindir de Fidel para contar con el inédito Chuli o retirar a Ximo para
perder profundidad, no hacen sino situarnos en la realidad, la que la propia
clasificación dicta pese a que de puertas para adentro se vea la botella medio
llena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario