Mi sección, El acta de Vivancos, publicada en Diario de Almería
Como afirmó Aristóteles, en el término medio está la virtud. O el
equilibrio, si pretendemos aproximarnos al contexto futbolístico. Por
tercera vez se demostró que el trivote del centro del campo era tan
necesario como la respiración. Tres primeros encuentros con razonables
dudas y el equipo partido en dos, versus tres siguientes choques con más
solvencia y un bloque sólido, a expensas de la inspiración individual.
Ésta última llega con más facilidad cuando se dan los pasos previos en
pos de una estructura ordenada. Si los jugadores ocupan con raciocinio
el terreno de juego, la individualidad se refuerza.
Ayer se volvió a ver un conjunto en fase de crecimiento, con los
lógicos apuros ante un rival directo, aunque logrando acorralar al
adversario en los últimos instantes pese al papel de visitante y al
momentáneo empate. Ese detalle me encantó, con independencia de la
explosión final con el tanto de la victoria. Otro aspecto positivo a
tener en cuenta fue el físico tras disputar tres encuentros tan
seguidos. El equipo acabó como una moto. Además, los cambios de Francisco fueron el broche de oro, porque
esta vez sí que aportaron decisivamente. Mención especial merece
Wellington. El brasileño corría y driblaba a otra marcha, tanto que
Víctor Fernández tuvo que reforzar su banda izquierda, pero ni así evitó
la galopada final del extremo en busca de los tres puntos. Puede que a Wellington le beneficie salir cuando el rival está
más cansado, aunque lo importante es la confianza que va obteniendo de
cara al futuro. Es un caso parecido al de Soriano, que ingresó con los
adversarios más debilitados y cuando se empezaba a perder la brújula. Como remate, Thievy comienza a destapar el tarro de las
esencias. Su intención de dejar pasar el esférico entre las piernas en
la jugada del gol, valió su peso en oro. También podemos respirar en
esta temporada por un hecho que se empieza a vislumbrar con claridad:
existen rivales, como el Deportivo, que parecen estar un pequeño escalón
por debajo de nuestro equipo. Eso no quiere decir que esté todo hecho,
porque la salvación no está garantizada, pero sí da cierta confianza. Otro de los puntos controvertidos desde la pretemporada estaba
siendo la portería. Pienso que ya nadie puede dudar de Rubén. El
cancerbero está demostrando una consistencia que casi nadie vaticinaba.
Es un portero con una virtud determinante, la de aguantar firme a la
hora de tomar la última decisión en las ocasiones a bocajarro. De hecho,
algunos de los ocho puntos de nuestro casillero llevan su sello. Como guinda final, tal y como ocurrió en el partido, quería
dejar a Edgar, uno de los cuatro jugadores titulares que pasaron por el
filial (nunca olvidemos ese detalle). Tiene potencia, zancada y un
disparo demoledor. Por el contrario, adolece de control del balón cuando
avanza en carrera con él y de escasa visión de juego a la hora de
conectar con sus compañeros. Es un diamante en bruto que, si logra
reforzar sus puntos flacos, nos va a proporcionar muchas satisfacciones
como la de ayer en el último minuto.
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