Mi nueva acta, publicada en Diario de Almería
Demuesta que el sota, caballo y rey está diseñado para los obtusos. Lo
que hizo JIM con Espinosa lo deja a la altura del betún. El nuevo
técnico pone en su sitio a un díscolo como Édgar.
A partir de ahora tendremos que sepultar una serie de leyendas no
escritas que, por otra parte, siempre intenté desterrar de las mentes
más tradicionales a través de mis misivas semanales. De un plumazo, en
un solo partido, Sergi demostró que el Sota, Caballo y Rey está diseñado
para los obtusos. La titularidad de Espinosa y su posterior recital, no
viene sino a confirmar que los entrenadores no son dioses y que el
hecho de que un jugador no forme parte del once inicial, ni a veces vaya
convocado, no significa automáticamente que esté en baja forma o no dé
el nivel, aunque el entrenador de turno sea el que supuestamente más y
mejor conoce la situación. Lo que perpetró JIM con Espinosa, nuestro
Iniesta, derriba un mito y de paso coloca al ex técnico rojiblanco a la
altura del betún. Otro precepto por los suelos es el sistema que
tradicionalmente numerosos entrenadores han utilizado en el Almería. Los
dos extremos, el mediapunta y el delantero, parecían intocables; sin
embargo Sergi prescindió de un extremo, el escorado a la izquierda, con
el fin de reforzar el control del centro del campo. Espinosa y Thomas,
dos ex defenestrados sin razón aparente, se hicieron con el dominio
absoluto de la que antaño era una zona reservada con alfombra roja para
nuestros adversarios. ¿Eso qué significa? Como un rodillo, la tiranía
rojiblanca terminó por machacar al contrario. Por ende, la mayoría de
los rechaces de faltas y saques de esquina acabaron en las botas de los
nuestros. Las matemáticas, no engañan. ¿Alguna explicación de la
reciente ausencia de los referidos centrocampistas? Es más, con la
presencia de ambos, Corona explotó mejor su calidad. Es simplemente una
simbiosis, una sinergia que ya está inventada en el fútbol, con la que
unos extraen lo mejor del resto de sus compañeros. El resultado final,
nunca mejor dicho, es un control absoluto y una goleada con solo dos
delanteros, no hacían falta más para vencer con autoridad. Uno Thievy,
con libertad plena; otro Wellington, haciendo de las suyas. Las
irrupciones por sorpresa de los centrocampistas tipo Bakero y laterales,
desconciertan aun más que los arietes referencia. Además, las
sustituciones dejaron de ser un galimatías para el aficionado, porque
Sergi las ordenó todas ellas con sentido. Incluso se puso en su sitio a
un jugador díscolo como Édgar. Otro mito que puede caer es el de los 40
puntos para salvarse. En la campaña anterior nosotros marcamos dicha
salvación con esos 40 puntos, pero en la misma jornada de la temporada
anterior, el penúltimo clasificado ya tenía 30 puntos. Sin embargo, hace
dos campañas la puntuación de los colistas era similar a la que ahora
ostentan los que luchan por no descender, y en aquella ocasión la
permanencia la logró el Celta con 37 puntos. Es posible que en la
actual temporada no se necesiten esos 40 míticos puntos que todo equipo
modesto anhela. Tan solo hay que continuar por la senda que marca la
imaginación, la decisión y la originalidad de un técnico que parece no
haber venido a sentarse y vegetar en el banquillo, para seguir
ejecutando los vicios de otros.
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